Internet está modificando la forma de
leer y procesar la información de niños y adolescentes
Durante
miles de años, los seres humanos adquirimos la información necesaria para relacionarnos
con el entorno físico y con los demás, a través de la experiencia directa. La
mayor parte de la información llegaba, lentamente, después de observar
fenómenos y situaciones con nuestros propios ojos. El cerebro era alimentado
también por relatos e informaciones procedentes de las experiencias vividas por
otras personas, que trasladaban de forma verbal lo que habían visto con sus
ojos, o escuchado con sus oídos. La transmisión de la información se realizaba
de forma oral, con todas las ventajas e inconvenientes que esto supone, y de
una forma evidentemente muy limitada y condicionada, fácil de alterar y
sometida a la degeneración del mensaje propia del boca a boca.
Hace aproximadamente 5.000 años, con la creación de la escritura y
la lectura, se produce una auténtica revolución en nuestro cerebro. Para adaptarse a la lectura, el
cerebro tuvo que reorganizarse, permitiendo el desarrollo de largas y cada vez
más complejas argumentaciones, acompañadas de multitud de datos que no era
necesario memorizar en su totalidad, y dando lugar a pensamientos mucho más
reflexivos. La lectura puso en marcha todo un proceso de desarrollo creativo.
La imaginación y las investigaciones de unos, permitieron que otros continuaran
creando hasta convertir en realidad muchas de las cosas que hoy nos rodean.
Pero,
incluso este fabuloso cambio tuvo sus detractores y enemigos. Así es, nada
menos que Sócrates, personaje sobre el que habría mucho que decir, consideraba
que la escritura traería más problemas que beneficios. Afirmaba que la
dependencia de la letra escrita alteraría para peor la mente de las personas.
Defendía que la escritura amenazaba con convertirnos en pensadores menos
profundos intelectualmente, menos sabios y menos felices. Nada menos… Por
suerte y con el paso del tiempo se fueron imponiendo los argumentos defendidos
por Platón, que veía en la escritura una oportunidad, aunque durante los
primeros siglos estuviera reservada sólo a una minoría privilegiada.
El segundo cambio importante se produciría con la adopción de la lectura
silenciosa. Así es, durante
siglos la lectura fue algo practicado por unos pocos y siempre en voz alta, con
el objetivo de transmitir. Entorno al año 380, San Agustín se sorprende al ver
a San Ambrosio leer sin abrir la boca ni emitir sonido alguno… La lectura en
silencio, para el propio lector, trajo consigo todo un mundo de reflexiones,
variedad y diversidad en las interpretaciones y autoconciencia. Permitía
pararse, debatir consigo mismo sobre lo leído, releer, etc.
El tercer cambio se produjo entre los siglos XII y
XIII, con la aparición y
generalización en el uso de las palabras y los signos de puntuación. En efecto, durante siglos y siglos
los manuscritos estuvieron formados por tediosos encadenamientos de letras, sin
espacios que permitieran separar las palabras o detenerse ante puntos o comas.
El lector debía realizar ímprobos esfuerzos por interpretar finalmente el
contenido y sentido de las letras encadenadas que acababa de leer.
El cuarto cambio supuso una verdadera revolución, así
como la popularización de la escritura, la lectura e incluso la cultura y el
pensamiento en todas sus formas. A mediados del siglo XV, el orfebre alemán Johannes Gutemberg inventa la
imprenta. Los escasos y artesanales libros dan paso a la edición y distribución
de miles de ejemplares por toda Europa. Obras antes apenas leídas comenzaron a
estar al alcance de los ciudadanos del momento. Los precios y los tiempos de
edición se redujeron enormemente, y la demanda de libros se disparó. Según los
cálculos realizados por Michael Clapham en “Printing”, en los cincuenta años
posteriores a la invención de la imprenta, se editaron tantos libros como los
reproducidos por los escribas europeos a lo largo de los mil años precedentes.
A finales del siglo XV más de 250 ciudades europeas tenían ya imprenta, y
circulaban más de 12 millones de libros. Pero este maravilloso invento también
tuvo sus detractores… Muchos comenzaron a preguntarse si era bueno que todo el
mundo pudiera tener acceso a la información… Y no digamos ya si se trataba de
información, contenidos u opiniones que podían no ser compartidos por el poder
imperante en el momento. Según señala Joad Raymond en “The Invention of the
Newspaper: English Newbooks”, el primer censor oficial de libros que hubo en Inglaterra
planteó que la tipografía estaba trayendo más daño que beneficio a la
cristiandad. Pero, como todos sabemos, la imprenta no sólo no cesó de imprimir
libros, sino que gracias a ella la
Biblia es el libro más difundido del mundo..
Y, finalmente, el quinto cambio también debe ser
considerado una revolución: la
escritura y lectura digitales a través de internet. La web 2.0 ha convertido además a
las personas en productoras de información, y no sólo en meras consumidoras.
Blogs, redes sociales, webs temáticas, foros, etc, etc, están permitiendo que
cualquier ser humano con una conexión a internet pueda comunicar algo al resto
del mundo con posibilidad de ser accesible para unos 2.500 millones de
usuarios. Según los datos publicados por Science en el año 2011, la humanidad
actual genera cada 2 días la misma información generada por nuestra especie
durante casi 5.000 años. Es decir, 5 Exabytes de información cada 48 horas.
El acceso a la información hoy en día es digital: menos
del 0’1% de la información generada en la actualidad está en papel. El 99,9% de
la información se encuentra disponible sólo en formato digital. Cada minuto
que pasa se realizan 2 millones de consultas en Google. Es decir, el buscador
es el principal y omnipresente medio de búsqueda de información para niños,
adolescentes y adultos.
Y he aquí que, tal y como señalan investigadores y
neurocientíficos de todo el mundo, la
forma en que adquirimos la información influye en nuestra forma de percibirla y
de transmitirla. El tipo de actividad mental que desarrollamos configura
nuestro cerebro y la distribución de las neuronas. Tenemos la suerte de estar
dotados de una herramienta extremadamente sensible, con una fabulosa
característica que conocemos como NEUROPLASTICIDAD. El cerebro se modifica a sí
mismo. No es estático ni rígido. Las neuronas establecen nuevos caminos, ponen
en marcha nuevos circuitos neuronales y abandonan otros que quedan obsoletos.
Algunas neuronas son descartadas, pero otras muchas pasan a engrosar y reforzar
los nuevos caminos. La economía del reciclaje manda en el cerebro.
Pues bien, la
herramienta que utilizamos para leer y para escribir nos condiciona. Sea la
que sea… El propio Nietzsche afirmaba que desde que había comenzado a escribir
con una máquina de escribir, no sólo su prosa sino incluso sus pensamientos se
habían visto condicionados. El paso del papel a la máquina supusieron pare él
un cambio importante. No podía ni imaginar lo que supondría más tarde el paso
al cibertexto…
¿ES DISTINTO LEER INFORMACIÓN EN LIBROS A LEERLA EN
PÁGINAS WEB?
Pues sí. Los estudios que lo ponen de manifiesto son
muchos y muy variados. Uno de ellos es el realizado por el Dr. Jakob Nielsen, Director del Grupo Nielsen Norman que cofundó con el Dr. Donald A.
Norman (ex vicepresidente de investigación de Apple Computer). Tras la
realización de un estudio de seguimiento ocular, concluye que los usuarios de
internet no realizan una lectura lineal, sino que “escanean” la pantalla. Los
usuarios realizan una “lectura en F”. Leen las dos primeras líneas, y bajando
por la izquierda vuelven a detenerse en el centro. Después abandonaban de nuevo
la lectura lineal y bajan hacia la parte inferior izquierda. Las mismas
conclusiones han sido obtenidas por otras entidades como el Laboratorio de Investigación de
Usabilidad de Software de la Universidad Estatal de Wichita.
Según
las investigaciones de Jakob Nielsen, las personas realmente leen menos del 20%
del contenido de una página web. Así mismo, concluye que muchos usuarios
dedican hasta un 69% de su atención al lado izquierdo de la pantalla, y sólo el
30% a la parte derecha.
Un estudio realizado entre jóvenes de 12 a 18 años por el University College of London,
dirigido por el Profesor David
Nicholas, determinó que los adolescentes necesitan mucho menos tiempo para
encontrar una información en internet que los adultos. Son seis veces más
rápidos que sus mayores. Pero, del mismo modo, el estudio concluye que internet
disminuye la capacidad de concentración, así como la capacidad de los jóvenes
para leer y escribir textos largos.
La empresa
israelí de software ClikTale, recogió durante dos meses datos del
comportamiento de un millón de visitantes de páginas web. Averiguó que en la
mayoría de los países los usuarios de internet sólo pasan entre 19 y 27
segundos en cada web que visitan. Nunca leen una página entera.
Los estudios realizados por Ziming Liu, Catedrático de
Biblioteconomía de la
Universidad Estatal de San José, indican que está surgiendo un
comportamiento lector basado en la pantalla, en el que la lectura se realiza en
forma de exploración, de manera aleatoria, ni lineal ni fija y centrada en la
búsqueda de palabras clave.
La psicóloga del desarrollo Patricia Greenfield,
profesora en la
Universidad de UCLA,
repasó en 2009 más de cincuenta estudios sobre los efectos de los medios de
comunicación en la inteligencia de las personas y su capacidad de aprendizaje.
La conclusión fue la siguiente: el creciente uso de la Red está debilitando nuestras
capacidades para el “procesamiento profundo” que permite “la adquisición
consciente del conocimiento, el análisis inductivo, el pensamiento crítico, la
imaginación y la reflexión”.
La
verdad es que después de leer tantos artículos e investigaciones, no es difícil
quedarse con la idea de que la lectura en internet está desestabilizando
nuestros cerebros, hasta el punto de que puede llegar a producirse una
involución. No obstante, creo que debemos ser mucho más objetivos, y situar
cada cuestión en su contexto antes de sacar una conclusión.
¿LA
LECTURA EN INTERNET ES COMPATIBLE CON LA LECTURA LINEAL DE
LIBROS?
Creo que esta es la verdadera cuestión. Personalmente,
como muchos de ustedes, pongo en práctica lo que considero son dos formas de lectura muy
distintas, utilizadas siempre en función de las circunstancias. Leo, o “escaneo”, cientos de
páginas web todos los días. Pero lo hago para buscar e identificar
informaciones concretas. Sin esta forma de lectura, tan desarrollada por los
adolescentes de hoy, tardaríamos muchas horas en determinar si la información
contenida en una web responde a lo que estamos buscando o no. Es cierto que con
la práctica se puede descartar un contenido en pocos segundos. La lectura en
“F” me parece muy lógica. Leemos los encabezados y las primeras líneas para
determinar si nos interesa, y después bajamos por la izquierda porque es donde
empiezan los párrafos tras un punto y aparte.¡Pero no hacemos esto sólo en
internet! Lo hacemos también
cuando hojeamos un libro de una estantería para saber si puede interesarnos, o
cuando pasamos las páginas de una revista, o incluso cuando aun leemos algún
periódico en papel.
Y lo cierto es que no he dejado de leer libros. Y no
los “escaneo”, sino que realizo una lectura lineal, reflexiva y en profundidad,
como hacemos todos cuando leemos un libro o un artículo que nos interesa
(aunque sea tan largo como este). Creo, sinceramente, que ambas formas de lectura responden a
necesidades distintas y son absolutamente compatibles y NECESARIAS.
EL HECHO DE QUE DOS FORMAS DE LECTURA PUEDAN CONVIVIR,
NO QUIERE DECIR QUE VAYAN A HACERLO…
En efecto, esta es la siguiente cuestión que debemos
plantearnos. Personalmente, como seguramente usted mismo/a, he pasado los
primeros 30 años de mi vida leyendo libros, de forma lineal y reflexiva.
Durante todo ese tiempo se han asentado en nuestros cerebros toda una serie de
estructuras y circuitos neuronales, la mayoría de los cuales permanecen. No me
inicié con la lectura en internet, ni he tenido que compaginar la lectura
“tradicional” con la lectura “digital” hasta hace pocos años. La verdad es que no debemos asumir que los niños
adoptarán ambas formas de lectura sin problemas, y sabiendo diferenciar
perfectamente entre una y otra. Y no debemos asumirlo porque sabemos cómo
funciona nuestro cerebro…:
- Nuestro cerebro es
un ahorrador nato. De hecho, siendo tan pequeño consume el 20% de toda la
energía que utiliza nuestro organismo. Parte de su trabajo consiste en
optimizar recursos y ser “sostenible”. Si puede hacer algo de una forma
más sencilla y que suponga menos esfuerzo LO HARÁ. Leer siempre de la
misma manera es más fácil que tener que cambiar de registro y hacerlo de
dos formas distintas en función de las circunstancias. Si una forma de
lectura se realiza mucho más que la otra, el cerebro reforzará los
procesos asociados para que cada vez nos resulte más fácil y sencillo leer
así. En definitiva, la afianzará.
- No nos engañemos, la
lectura de una página web o un contenido online bien diseñado resulta
mucho más atractiva, en especial para los más pequeños. La mezcla de
colores, fotografías, imágenes en movimiento, vídeos, banners, enlaces a
otros sitios, etc, satisfacen la constante e innata curiosidad de nuestro
cerebro. Muchos y muy diversos estímulos pueden tenerlo entretenido
disfrutando con cada nuevo impacto, con cada nuevo descubrimiento, pero
sin permitirle finalmente centrar su atención y profundizar dejando a un
lado las distracciones.
CONCLUSION
Sinceramente,
creo que existe el riesgo de que en los más pequeños, que no tienen años de
experiencia en la lectura lineal y reflexiva, terminen adoptando y afianzando
una forma de lectura en “escaneo”, que no permite profundizar en los
contenidos, con una necesidad constante de cambiar de tarea para recibir nuevos
estímulos, y muy dada a la distracción.
Y a tenor de los resultados señalados en el último
informe PISA, lo último que
necesitamos es que la comprensión lectora de los niños y adolescentes sea aun
peor.
Pero NO
podemos tampoco convertirnos en los Sócrates de nuestro tiempo, ni en los
censores que desconfiaban de los nuevos inventos. La lectura en “F” es
necesaria y fundamental ante la cantidad ingente de información que circula por
internet. Es una adaptación a un nuevo entorno que no podemos ni debemos
perder. Es más, debe entrenarse. Los niños y adolescentes están ya realizando
ese entrenamiento. Pero hoy, más que nunca, es
necesario reforzar la lectura lineal y reflexiva que permite PROFUNDIZAR,
ASIMILAR y AFIANZAR información, datos y conceptos. Esto también debe
entrenarse. Más que antes, sin lugar a dudas.
Obliguemos
a nuestro cerebro a esforzarse. Puede hacerlo (¡y en el fondo le gusta!). Es
vital que los niños y adolescentes de hoy lean libros enteros, profundicen y
reflexionen sin distracciones. Nos jugamos más de lo que pensamos. En este
momento, que los niños lean libros debe ser una prioridad para padres/madres y
educadores. Debe ser una prioridad para toda la sociedad.
…
- Ziming
Liu, “Reading
Behavior in the Digital Environment”, Journal of Documentation, 61, nº 6. 2005.
“Puzzling
Web Habits across the Globe”, Blog ClickTale, 31 de Julio de 2008.
- David
Nicholas, “The Virtual Revolution – Homo Interneticus”.
-
Patricia M. Greenfield, “Technology and Informal Education: Whats Is Taught,
What Is Learned”, Science, 323, nº 5910. “ de Enero de 2009.